VENEZUELA
EN
PELIGRO
Cuando
suceden tragedias no vale decir “yo sabía y lo dije” y en recordarlo no se
encuentra tranquilidad. Tampoco la necesaria serenidad para continuar la lucha.
En más de una ocasión algunos allegados me dijeron que estaba pesimista con
relación a lo que estaba sucediendo. Invariablemente les respondía que, en
estos tiempos, ese calificativo corresponde a un optimista realista.
Las
actuaciones del régimen violentando la Constitución, desconociendo el
ordenamiento jurídico establecido, tratando de liquidar la Asamblea Nacional
como legítima expresión de la soberanía popular, la violencia física e
institucional contra organizaciones y personalidades democráticas, nos
proyectan ante el mundo como un país en guerra. No declarada, es cierto, pero
es el único calificativo válido al estar convertidos en uno de los países más
inseguro del mundo. La tasa de mortalidad por asesinatos de variada naturaleza,
de heridos e invalidados, el hambre, la escasez, el deterioro de toda la planta
física pública y privada y la masiva salida del país de centenares de miles de
compatriotas en busca de alternativas de sobrevivencia digna, no deja lugar a
dudas.
Lo
único cierto es que nada cambiará mientras se mantenga la tiranía actual.
Caminaremos hacia peor, teniendo claro que los países nunca tocan fondo. Esto
sucede cuando las cosas que se hacen mal y con perversa mentalidad empiezan a
hacerse bien. Con este régimen es imposible. En consecuencia todos cuantos
creemos en los principios y valores de la democracia, tenemos la obligación
ciudadana, política y moral de luchar con todo hasta concretar el cambio
radical que la hora reclama.
Ya
basta de caer en un juego dialéctico diabólico que busca mediatizar, entretener
y desmoralizar las filas opositoras. Aquí debe entenderse, entre otras cosas,
que el enemigo no está a los lados, aunque existan infiltraciones cada día más
a la vista. Está frente a nosotros. Cada día más solitario y aislado, pero en
consecuencia, más peligroso y dispuesto a jugársela completo para retener el
poder. Saben que su destino ya no es tan incierto. La rendición de cuentas en
el plano nacional y en lo internacional, será inevitable. No olvidemos nunca
que el perdón, la reconciliación y los entendimientos necesitan de la justicia
para perfeccionarse.
Soy
optimista con relación al futuro inmediato. Lo sucedido recientemente pone
punto final a una etapa de muchas incertidumbres. Ahora tenemos que mirar hacia
adelante con fe y esperanza. Venezuela tiene cómo salir adelante. Todos los
sectores saben que hacer y cómo hacerlo en sus respectivas áreas. También la
gente competente para dirigir el proceso. Las fuerzas armadas tienen una
responsabilidad fundamental en la tarea de “sostener y defender la Constitución
y leyes de la República”.
Lunes,
24 de octubre de 2016
@osalpaz
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